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APRANZA: aprendizaje y confianza

El aprendizaje en el marco de la vida laboral suele relacionarse al manejo de nuevas técnicas, herramientas y también al conocimiento de normas y procedimientos. Conocimiento igual a aprendizaje es el paradigma dominante en este campo. Sin embargo, de manera más integral, aprendizaje es lograr un cambio relativamente permanente en el tiempo en las competencias de las personas que incluyen el conocimiento (cognición), la conducta y las emociones. Cada una de estas tres dimensiones involucra varias otras como ser los valores, las creencias, aptitudes, habilidades. La puesta en práctica integral de las tres dimensiones suele denominarse competencia.

En el ámbito laboral el aprendizaje puede darse de manera consciente- formal, o de manera inconsciente- informal. El primero es consciente porque el colaborador sabe cómo aprendió algo, por ejemplo: “sé que la normativa para tomar vacaciones requiere el llenado de un formulario anual porque lo leí en el reglamente de RRHH”. La capacitación formal se desarrolla a través de cursos, como ser la inducción al cargo, pero también a través de reuniones informativas, manuales de funciones, reglamento interno de trabajo, lectura de documentos normativos y otros. El aprendizaje formal usualmente se concentra en lo técnico y procedimental, en el cómo hacer una tarea, es decir, en las competencias técnicas. Estas competencias pueden traducirse en tareas objetivas, especialmente en resultados que, de acuerdo a su complejidad pueden ser más evidenciables.

Con menor frecuencia se realizan eventos de aprendizaje para fortalecer las competencias blandas (emociones y actitudes). Por ejemplo, tolerancia al estrés, proactividad, capacidad de planificación, trabajo en equipo, colaboración, comunicación, escucha, liderazgo, entre muchas otras.

Hay diferencias importantes entre el aprendizaje de las competencias técnicas y de las blandas que muchas veces no se ponen de manifiesto en los sistemas de capacitación de las empresas.

A diferencia de las competencias técnicas, las competencias blandas contienen un mayor peso de la dimensión actitudinal (emocional).

El aprendizaje de la actitud exige un trabajo en lo emocional, en los valores y en las creencias; es decir que para trabajar en las competencias blandas necesitamos generar eventos de aprendizaje que movilicen estos aspectos. El adulto necesita tener un proceso de “darse cuenta” para realmente cambiar sus actitudes porque las competencias blandas se perciben como algo propio de la persona, algo que viene desde su niñez y adolescencia están enraizadas en sus valores y creencias.

El proceso de “darse cuenta” requiere una apertura emocional y cognitiva que solamente florece en un entorno seguro, es decir de confianza. Para que se produzca un aprendizaje o cambio de actitudes se necesita confianza y para generar confianza se necesita un entorno donde el adulto pueda aprender de sus errores, donde se pueda cuestionar sin sentirse amenazado y sin la necesidad de tener que protegerse o defenderse.


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